lunes, septiembre 19, 2005

¿QUÉ MÁS PEDIRÁN LAS AUDIENCIAS?

Cada vez que un hecho despierta la curiosidad de los ciudadanos, generalmente se termina culpando a los medios por la conmoción que causó el hecho en sí. Es lo que ha ocurrido con las declaraciones de Jorge Ríos, el padre de Marcelo, en primer lugar y, luego, las del ex número uno del tenis mundial, Marcelo Ríos.
La historia es bastamente conocida por todos los chilenos, se interesen por el tema o no. Los hechos que originaron el caudal informativo del cual hemos sido testigos, y que aún no están del todo claros, comenzaron a desarrollarse en Costa Rica, siguen con escala en Miami y están en pleno desarrollo en Chile.
Más allá del hecho en sí, la lesión o supuesta lesión de María Eugenia Larraín tras caer desde el jeep de su esposo, están las declaraciones y contradeclaraciones de los protagonistas directos del hecho y las declaraciones entregadas por el padre de Ríos. Cada uno tiene una verdad, las cuales no son comprobables.
Según transcurren los días la ciudadanía en general se informa de diversas formas de lo que pudo ser una disputa familiar o un conflicto conyugal, si nos atenemos a lo informado. Sin embargo los medios comienzan a tomar partido por uno u otro de los protagonistas, según el público específico al que están dirigidos.
El padre de Ríos, en este caso el suegro, señala, en conferencia de prensa, que su nuera está mal de la cabeza. Marcelo Ríos, en enlace directo a través del canal donde entrega sus comentarios de tenis, desde el país centroamericano, declara lo que todos conocemos y, ante todo el país, se separa de facto de su esposa. “En vivo y en directo”. La tercera parte de esta disputa familiar no se hace esperar. María Eugenia Larraín entrega sus descargos a través de las pantallas del canal nacional en horario prime, concentrando una alta sintonía.
Los diarios publican, casi a diario, los rostros de la disputa en portada, incluso diarios tan conspícuos como “La Segunda” y “El Mercurio”, caen en la tentación. Las radioemisoras sólo hablan del tema. Los canales de televisión ofrecen sumas estratosféricas por la exclusiva de cualquiera de los involucrados. El país se pone de parte de uno u otro. Y hasta el Presidente de la República, en un acto público, aprovecha la coyuntura para decir en su discurso que a partir del mes de octubre los involucrados podrán solucionar sus problemas por medio de los Tribunales de Familia.
¿Cómo es posible llegar a tanto por una desavenencia, o lo que sea, entre una pareja de esposos?
¿Por qué se gastan tantas horas-medio en algo que es trascendente sólo para los involucrados?
Alguien dijo: “los medios tienen la culpa de entregar “eso” a la gente”. Pero los medios no comenzaron esta verdadera guerra de declaraciones. Esta partió del padre de Marcelo Ríos al llamar a conferencia de prensa. Los medios no fueron los que encendieron el fuego, tal como canta Billy Joel.
¿Qué pasa en nuestro país que se alborota con el berrinche de un ex tenista y una modelo?¿Por qué preocupa más una disputa entre dos personas naturales, que son marido y mujer, que la fijación definitiva de un FEPP?
Los medios no tienen la culpa que la mayoría de los habitantes de nuestro país sea tan light para pensar y estén cada día ávidos por conocer un nuevo capítulo de la teleserie interminable. Por otro lado es cierto que la gente prefiere ver sus problemas reflejados en otras personas para no sentir que sus problemas son los más grandes.
Cuando pase el revuelo Ríos-Larraín, ¿dónde irá el pueblo a buscar un nuevo circo?
Al parecer es cosa de esperar.

miércoles, septiembre 14, 2005

¿RECONCILIACIÓN?

¿Quién entiende lo que ocurre en nuestro país? Casi a diario, en todos los medios, se entregan declaraciones de altos personeros de gobierno, las fuerzas armadas, políticos de todos los colores, autoridades eclesiásticas y credos religiosos y hasta del Presidente de la República, señalando que es muy importante que en Chile exista una real reconciliación. Más aún, cada vez que se acerca el once de septiembre.
Las intenciones existen, al parecer, no el ánimo de llevar adelante dichos llamados.
Treinta y dos años han transcurridos desde el once de septiembre de 1973 y aún no terminan del todo los odios y rencores pese a los llamados que se hacen públicamente. Tal vez por ahí pase el tema. Al parecer existe más de una postura, la pública y la privada. Al parecer muchas personas y/u organizaciones tienen una postura privada que dista mucho de los llamados que se hacen a la ciudadanía, de otra forma no se entiende que cada año, en las fechas cercanas al once de septiembre exista tanta gente protestando con tanta violencia.
Las imágenes de televisión y de la prensas muestran a centenares de jóvenes que protestan por que aún no está juzgado el General ® Augusto Pinochet; otros por que se quiere amnistiar a otros; otros por que no se libera a presos políticos; otros tantos por que no se juzga a algunos militares que participaron de esos hechos y que en ese entonces eran conscriptos o, con suerte tenientes, así suma y sigue.
Los manifestantes, en muchos casos no sobrepasan los veintitrés años de edad, o sea, nacieron cuando ya que habían producido los hechos. En entrevista a un joven manifestante éste señaló que protestaba por la muerte de su padre en esa fecha, cuando él nació hace veintidós años, diez años después de ocurrido el levantamiento militar. ¿Cómo se explica esto?
¿Hasta cuando habrá que ver apedreamientos, disparos, cortes de cables, toma de calles?
Según palabras del ex Presidente Patrico Alywin deberán pasar dos generaciones más para que exista una real reconciliación. ¿Habrá que esperar tanto para que ello ocurra?
No sería posible el esfuerzo de todos para terminar con las divisiones.
Sería muy importante conocer quién alimenta los odios que a nada conducen y que todos, aparentemente, rechazan.
Lo anterior es sólo una parte de lo que se puede preguntar al respecto.
Alguien señaló que “la jornada del once fue tranquila en general, sólo algunos focos aislados de violencia”, esos focos aislados dejaron como saldo dos muertos, saqueos por docena, destrucción de un consultorio en Peñalolén, robo y destrucción en el laboratorio de computación en un colegio del sector norte de Santiago. ¿Hasta cuándo habrá que seguir escuchado estas noticias mientras se habla de reconciliación?
La respuesta la tenemos cada uno de los habitantes de este país llamado Chile.