¿QUÉ MÁS PEDIRÁN LAS AUDIENCIAS?
Cada vez que un hecho despierta la curiosidad de los ciudadanos, generalmente se termina culpando a los medios por la conmoción que causó el hecho en sí. Es lo que ha ocurrido con las declaraciones de Jorge Ríos, el padre de Marcelo, en primer lugar y, luego, las del ex número uno del tenis mundial, Marcelo Ríos.
La historia es bastamente conocida por todos los chilenos, se interesen por el tema o no. Los hechos que originaron el caudal informativo del cual hemos sido testigos, y que aún no están del todo claros, comenzaron a desarrollarse en Costa Rica, siguen con escala en Miami y están en pleno desarrollo en Chile.
Más allá del hecho en sí, la lesión o supuesta lesión de María Eugenia Larraín tras caer desde el jeep de su esposo, están las declaraciones y contradeclaraciones de los protagonistas directos del hecho y las declaraciones entregadas por el padre de Ríos. Cada uno tiene una verdad, las cuales no son comprobables.
Según transcurren los días la ciudadanía en general se informa de diversas formas de lo que pudo ser una disputa familiar o un conflicto conyugal, si nos atenemos a lo informado. Sin embargo los medios comienzan a tomar partido por uno u otro de los protagonistas, según el público específico al que están dirigidos.
El padre de Ríos, en este caso el suegro, señala, en conferencia de prensa, que su nuera está mal de la cabeza. Marcelo Ríos, en enlace directo a través del canal donde entrega sus comentarios de tenis, desde el país centroamericano, declara lo que todos conocemos y, ante todo el país, se separa de facto de su esposa. “En vivo y en directo”. La tercera parte de esta disputa familiar no se hace esperar. María Eugenia Larraín entrega sus descargos a través de las pantallas del canal nacional en horario prime, concentrando una alta sintonía.
Los diarios publican, casi a diario, los rostros de la disputa en portada, incluso diarios tan conspícuos como “La Segunda” y “El Mercurio”, caen en la tentación. Las radioemisoras sólo hablan del tema. Los canales de televisión ofrecen sumas estratosféricas por la exclusiva de cualquiera de los involucrados. El país se pone de parte de uno u otro. Y hasta el Presidente de la República, en un acto público, aprovecha la coyuntura para decir en su discurso que a partir del mes de octubre los involucrados podrán solucionar sus problemas por medio de los Tribunales de Familia.
¿Cómo es posible llegar a tanto por una desavenencia, o lo que sea, entre una pareja de esposos?
¿Por qué se gastan tantas horas-medio en algo que es trascendente sólo para los involucrados?
Alguien dijo: “los medios tienen la culpa de entregar “eso” a la gente”. Pero los medios no comenzaron esta verdadera guerra de declaraciones. Esta partió del padre de Marcelo Ríos al llamar a conferencia de prensa. Los medios no fueron los que encendieron el fuego, tal como canta Billy Joel.
¿Qué pasa en nuestro país que se alborota con el berrinche de un ex tenista y una modelo?¿Por qué preocupa más una disputa entre dos personas naturales, que son marido y mujer, que la fijación definitiva de un FEPP?
Los medios no tienen la culpa que la mayoría de los habitantes de nuestro país sea tan light para pensar y estén cada día ávidos por conocer un nuevo capítulo de la teleserie interminable. Por otro lado es cierto que la gente prefiere ver sus problemas reflejados en otras personas para no sentir que sus problemas son los más grandes.
Cuando pase el revuelo Ríos-Larraín, ¿dónde irá el pueblo a buscar un nuevo circo?
Al parecer es cosa de esperar.
La historia es bastamente conocida por todos los chilenos, se interesen por el tema o no. Los hechos que originaron el caudal informativo del cual hemos sido testigos, y que aún no están del todo claros, comenzaron a desarrollarse en Costa Rica, siguen con escala en Miami y están en pleno desarrollo en Chile.
Más allá del hecho en sí, la lesión o supuesta lesión de María Eugenia Larraín tras caer desde el jeep de su esposo, están las declaraciones y contradeclaraciones de los protagonistas directos del hecho y las declaraciones entregadas por el padre de Ríos. Cada uno tiene una verdad, las cuales no son comprobables.
Según transcurren los días la ciudadanía en general se informa de diversas formas de lo que pudo ser una disputa familiar o un conflicto conyugal, si nos atenemos a lo informado. Sin embargo los medios comienzan a tomar partido por uno u otro de los protagonistas, según el público específico al que están dirigidos.
El padre de Ríos, en este caso el suegro, señala, en conferencia de prensa, que su nuera está mal de la cabeza. Marcelo Ríos, en enlace directo a través del canal donde entrega sus comentarios de tenis, desde el país centroamericano, declara lo que todos conocemos y, ante todo el país, se separa de facto de su esposa. “En vivo y en directo”. La tercera parte de esta disputa familiar no se hace esperar. María Eugenia Larraín entrega sus descargos a través de las pantallas del canal nacional en horario prime, concentrando una alta sintonía.
Los diarios publican, casi a diario, los rostros de la disputa en portada, incluso diarios tan conspícuos como “La Segunda” y “El Mercurio”, caen en la tentación. Las radioemisoras sólo hablan del tema. Los canales de televisión ofrecen sumas estratosféricas por la exclusiva de cualquiera de los involucrados. El país se pone de parte de uno u otro. Y hasta el Presidente de la República, en un acto público, aprovecha la coyuntura para decir en su discurso que a partir del mes de octubre los involucrados podrán solucionar sus problemas por medio de los Tribunales de Familia.
¿Cómo es posible llegar a tanto por una desavenencia, o lo que sea, entre una pareja de esposos?
¿Por qué se gastan tantas horas-medio en algo que es trascendente sólo para los involucrados?
Alguien dijo: “los medios tienen la culpa de entregar “eso” a la gente”. Pero los medios no comenzaron esta verdadera guerra de declaraciones. Esta partió del padre de Marcelo Ríos al llamar a conferencia de prensa. Los medios no fueron los que encendieron el fuego, tal como canta Billy Joel.
¿Qué pasa en nuestro país que se alborota con el berrinche de un ex tenista y una modelo?¿Por qué preocupa más una disputa entre dos personas naturales, que son marido y mujer, que la fijación definitiva de un FEPP?
Los medios no tienen la culpa que la mayoría de los habitantes de nuestro país sea tan light para pensar y estén cada día ávidos por conocer un nuevo capítulo de la teleserie interminable. Por otro lado es cierto que la gente prefiere ver sus problemas reflejados en otras personas para no sentir que sus problemas son los más grandes.
Cuando pase el revuelo Ríos-Larraín, ¿dónde irá el pueblo a buscar un nuevo circo?
Al parecer es cosa de esperar.